Iruya no quedaba de paso en nuestra ruta por el Norte Argentino, pero las fotos y los comentarios que vimos antes de salir no dejaban lugar a dudas: ¡teníamos que conocerlo! Queríamos caminar por sus callecitas empinadas y descubrir con nuestros propios ojos si ese pequeño pueblo en la montaña era tan mágico como parecía.
Cómo llegar a Iruya
Aunque Iruya está en la provincia de Salta, el acceso más directo es desde la provincia de Jujuy. Lo más fácil es salir desde Humahuaca por la Ruta 9 hacia el norte, a unos 25 km se encuentra el desvío hacia Iruya. Gran parte del trayecto es sobre un camino de tierra serpenteante entre las montañas, donde ya se comienza a disfrutar el paisaje mucho antes de llegar a la estación de Iruya.
Si no vas en auto, puedes usar el transporte público desde Humahuaca. El viaje en bus dura alrededor de 3 horas y hay tres frecuencias diarias (es mejor confirmar los horarios antes de partir). Nosotras fuimos de esta forma. Y en este caso es lo que recomiendo ya que el camino no parece tan sencillo para un conductor poco experimentado en la zona. Además en Iruya no vas a utilizarlo.
Cuántos días visitar Iruya
El trayecto hasta Iruya es largo (aprox. 3hs), así que lo ideal es pasar al menos una noche allí. Pero más allá del viaje, quedarte te permitirá vivir el pueblo cuando los turistas se van. Al caer la tarde, el ambiente se vuelve mucho más local y relajado.
Nosotras llegamos al mediodía y esa misma tarde aprovechamos para visitar el cercano pueblo de San Isidro (te cuento más abajo). Al día siguiente, dedicamos la mañana a explorar cada rincón de Iruya antes de continuar nuestro viaje.
Puntos destacados
📍La Iglesia. Es el ícono más conocido de la ciudad, con su fachada simple y la explanada que actúa como mirador, regalando vistas impresionantes de el entorno montañoso
📍Mirador de la Cruz. A pocas cuadras del centro y subiendo algunas calles empinadas, se llega a este mirador con vistas panorámicas increíbles del pueblo y las montañas que lo rodean.
📍El puente colgante y el barrio La Banda. Cruzar el puente para llegar al barrio de enfrente te ofrece otra perspectiva de Iruya, igual o más encantadora
📍Mirador del Cóndor. Si tienes tiempo y energía, a unas 2 horas de caminata desde La Banda se encuentra este mirador. No pudimos hacerlo, pero quienes lo recomiendan hablan de vistas espectaculares
📍Callecitas fotogénicas. Perderse en las calles adoquinadas de Iruya es casi una obligación. Es imposible caminar más de unos metros sin detenerse a sacar una foto. Cada rincón es digno de postal.
Paseo a San Isidro
San Isidro es un pequeño pueblo vecino, aún más aislado y tranquilo que Iruya. Tan es así que para llegar a caminar sus calles, peatonales por supuesto, hay que subir una escalera.
Para llegar a San Isidro, hay que recorrer el lecho del río (siempre y cuando no haya demasiadas lluvias), puede ser caminando o en camionetas que prestan este servicio desde Iruya.
La caminata lleva unas 2 o 3 horas, nosotras no teníamos ese tiempo así que apenas llegamos nos pusimos en búsqueda de alguien que pudiera llevarnos. No fue tan fácil, porque el río ya empezaba a crecer y no cualquier vehículo podía ir. Pero finalmente encontramos a Facio, que muy orgulloso de su 4×4 y sobre todo de sus habilidades de manejo, nos llevó y nos esperó mientras conocíamos San Isidro
Allí el tiempo parecía haberse detenido. Las calles todas peatonales y el paisaje completamente rodeado de montañas. Vimos muy poca gente por el pueblo, quizá por ser la hora de la siesta. Después de perdernos admirando vistas increibles, repusimos energías en lo de Teresa, uno de los poquitos comercios de San Isidro y el lugar perfecto para disfrutar de una merienda casera sobre una terraza en la montaña.
Conclusión
Iruya es uno de esos lugares que hay que ver para creer. Un pueblo en lo alto de las montañas, con calles de piedra, un ambiente relajado y paisajes que parecen sacados de un sueño. Si tienes la oportunidad de visitarlo, te aseguro que no te arrepentirás. Y si te queda algo de tiempo, no dudes en darte una vuelta por San Isidro, donde la vida va aún más despacio. ¡Y hay unas pastas frolas caseras riquísimas! 😋